Qué difícil es escribir estas palabras, pero no puedo no escribirlas, porque te queremos despedir y no creo que se pueda añadir mucho a lo que hemos ido recibiendo por parte de los Institutos Seculares, de los amigos, de los compañeros de trabajo, pero sí podemos decir que has dado tu vida, como tu Señor y Maestro por nosotras.
Hoy que hemos acompañado brevemente tu féretro al salir del tanatorio con una breve pero sentida oración, que ha dirigido D. Fernando y que ha culminado con el salmo que era tu leitmotiv, «El Señor es mi pastor, nada me falta».
Ahora, que como dice San Pablo ya lo ves cara a cara; y le conoces plenamente, ahora te toca interceder por nosotras, haciendo real nuestro lema UT OMNES UNUM SINT.