VIII Taller PRO-VOC Femenino
Domingo, 14 de octubre de 2018
Discerniendo los dones del Espíritu Santo
En esta ocasión nos reunimos en el Hogar San José, de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Oramos en comunidad, cantamos, vimos la presentación del carisma de las Hermanas y cómo se ha desarrollado a lo largo de la historia. Después de merendar, nos divertimos mucho con un juego que mostraba las habilidades individuales, las iniciativas, cómo “trabajar” con otro y nuestra capacidad competitiva.
Rezamos el Angelus, luego reflexionamos sobre los dones, regalos de Dios para nuestro crecimiento, para el servicio a la Iglesia y a la sociedad. Se volvió a enfatizar en la importancia de una relación íntima, frecuente con Dios. También el de elaborar y revisar el proyecto de vida, del que se les habló en el primer taller. Con la película “El circo de las mariposas”, buscamos los dones, los talentos que toda persona posee, que Dios siempre ofrece y da para ser compartidos, puestos al servicio de los que nos rodean.
Terminamos con una oración “Para crecer en el amor” y haciendo peticiones para que el Señor nos ayude a discernir Su voluntad, por los que han dedicado su vida al servicio de la Palabra, a anunciar el Evangelio con su vida, por los misioneros que desgastan y entregan su vida diariamente lejos de su patria.
Nos unimos en oración a la Virgen María por las vocaciones:
A ti nos dirigimos, Madre de la Iglesia, a ti que con tu sí has abierto la puerta a la presencia de Cristo en el mundo, en la historia de las almas, acogiendo con humilde silencio y total disponibilidad la llamada del Altísimo. Haz que muchos hombres y mujeres escuchen, también, la voz apremiante de tu Hijo; haz que tengan el valor de dejar sus familias, sus ocupaciones, sus esperanzas terrenas y sigan a Cristo por el camino que Él les señale. Extiende tu maternal solicitud sobre los sacerdotes; sobre los religiosos y religiosas que asisten a los ancianos, enfermos, impedidos y huérfanos; sobre los que trabajan en el campo de la enseñanza; sobre los miembros de los institutos seculares, fermento silencioso de buenas obras; sobre quienes, en la clausura, viven de fe y amor, y oran por la salvación del mundo. Amén.
Concluimos degustando un rico almuerzo.
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