De Don Avelino se destacan dos características: firmeza de carácter y sencillez, que le permitieron afrontar las dificultades y ser un imán para los jóvenes que encontraban en él apoyo, entendimiento, ánimo. Su preocupación por los jóvenes germina en su etapa en la parroquia minera de Figaredo y se hace una realidad en Cáceres, donde compaginó su encargo de secretario-canciller con la Consiliaría de Acción Católica.
De estas experiencias nace la Hermandad de Operarios Evangélicos (hoy Instituto Secular Acies Christi) que se estableció canónicamente el 30 de noviembre de 1945, dos años antes de la Carta Magna de los Institutos Seculares la Provida Mater Ecclesia(1947).
La experiencia de D. Avelino también le llevó a fundar la Hermandad de Operarias Evangélicas, que en un futuro sería el Acies Christi femenino, y finalmente volvería al nombre original cuando se erigió canónicamente como Instituto Secular el 14 de diciembre de 1998.